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La Ley Harfuch y la Seguridad en México

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Por Amaury Sánchez

El Congreso ha hablado y lo ha hecho con una claridad abrumadora: la seguridad en México necesita un cambio de rumbo. Con la aprobación de la reforma al Artículo 21 de la Constitución, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) se convierte en el eje central de la estrategia nacional. No es casualidad que este cambio tenga nombre y apellido: Omar García Harfuch, un hombre que, a diferencia de muchos otros en su posición, conoce de seguridad, asume la responsabilidad y pide herramientas para enfrentar el problema con determinación.

Esta reforma es un traje a la medida para un funcionario que ha demostrado capacidad operativa y liderazgo en momentos críticos. Su historial como jefe de seguridad en la Ciudad de México le ha valido reconocimiento, y ahora se le otorga un poder sin precedentes para dirigir la lucha contra el crimen organizado y la violencia desbordada en el país.

Pero, ¿qué pasaría si esta ley estuviera en manos de alguien sin la preparación de Harfuch? El riesgo de una gestión ineficaz o incluso peligrosa es real. La historia reciente nos ha mostrado cómo la seguridad pública puede ser utilizada de manera errática o personalista. Basta recordar los excesos de administraciones pasadas, donde la lucha contra el crimen se convirtió en una guerra sin estrategia, generando más violencia que soluciones.

Sin embargo, la aprobación de esta reforma no es un cheque en blanco. La centralización del poder en la SSPC debe ir acompañada de controles y transparencia. Es imperativo que el Congreso y la sociedad civil vigilen de cerca su implementación. La clave no está solo en darle facultades a un hombre con experiencia, sino en garantizar que el modelo funcione a largo plazo y que no dependa únicamente de una figura en particular.

México enfrenta una crisis de seguridad que no admite titubeos. Si esta nueva estructura funciona, podría marcar un antes y un después en la lucha contra la delincuencia. Si fracasa, será una oportunidad desperdiciada con consecuencias graves. El tiempo y los resultados dirán si la apuesta por la Ley Harfuch fue la correcta.

Brújula Pública • Nuevos esquemas de seguridad

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