Por Manuel Gutiérrez
El ejido era la presencia del gobierno a nivel local para el campo mexicano, una estructura de control social en que los liderazgos campesinos o se sometían sumándose al aparato político oficial, o eran reprimidos.
Básicamente fue la respuesta, según Jean Meyer a los proyectos agraristas de la Cristeada, de reordenamiento agrícola auspiciados por la Iglesia y aplicados en las zonas de dominio estable, durante esa “revolución” era una competencia de fondo por la raíz del México de entonces.
Es decir, el estado tenía que derrotar la influencia de la Iglesia Católica en el campo, asegurarse la producción que por momentos era lo que menos les importaba, lo importante era la subordinación al gobierno federal revolucionario de la época.
Lázaro Cárdenas en ello concretó con el artículo 27 de propiedad total de los recursos por la nación, y adoptó sobre influencia cristiana una forma de pensar socialista pero a la mexicana, la cual era prestada a las comunidades para que a si vez estas las repartieran como posesión, nunca como propiedad, un proyecto que llevo el agrarismo de Carranza por el camino ajeno al ideal zapatista de la tierra es de quiénla trabaja. El ejido pretendió reconocer derechos antiguos comunales de indígenas a la par.
El Ejido se hizo para formular un sistema de jerarquías que estableció la Confederación Nacional Campesina, uno de los sectores del PRI, que luego del Sector Obrero, eran el sustento del apoyo del gobierno entonces y solamente existías si te vinculabas con ellos. Había un sector pensado en la clase media, el llamado Popular, que regenteaba comercio informal y organizaciones urbanas, así todo quedaba englobado.
Eran el camino el ejido para obtener primero la tierra, luego la semilla, el fertilizante, los herbicidas, colocar la cosecha, venderla al precio de garantía, pagar el prestamos de avío y volver a empezar de nuevo.
A pesar de ello, hubo ejidos fértiles y productivos que generaban riqueza que se acumulaba en las familias, que arrendaban a otros las tierras ejidales para ampliar sus cosechas y que negociaban prebendas con los organismos oficiales. Pero no eran propietario, no podías obtener algo de la banca privada, o de particulares por una tierra ejidal, para invertirlo ahí. El ejido a su vez, detenía el ciclo entre los que había adjudicado.
Sin embargo la idea del reparto de la tierra productiva no era algo para siempre. Luego de las dotaciones y de establecer los ejidos, se acabó la tierra útil para producción y no era posible seguir repartiendo en México. La Secretaría de la Reforma Agraria, como el derecho agrario llegaron al desuso en materia de nuevas dotaciones. Ni el poder presidencial alcanzaba a dar buenas tierras, porque ya habían repartido lo que había, la realidad era el límite fueron como 55 millones de héctareas entre millones de ejidatarios siempre sujetos a la posible expropiación o que el ejido actuara en contra por incumplimiento de los convenios, los ejidos pudieron ser forestales, pesqueros, incluso dedicados al turismo y artesanales.
Los ejidos se volvieron en muchos casos productivos, en 2023 alcanzaron producción por 7 mil 576 millones de dólares, cifras que dejaban perplejos a los estadistas por el alto nivel alcanzado aunque inferior en proporción a la pequeña propiedad.
Pero siempre se hacían comparativos sobre las cifras de producción de la pequeña propiedad con menos hectáreas respecto al ejido. El dato duro: 6592 núcleos agrarios representan 25.7 millones de hectáreas, sumados a los 38.7 millones de hectáreas, de 12 mil 717 comunidades. Un cifra total de entre 57.3 a 62.6 millones de hectáreas. (Panorama de los ejidos y comunidades agrarias en México. Scielo.org.mx/scielo. Por Carlos Morette, U. de Chapingo.32 mil ejidos, para un total de 5.6 millones de ejidatarios, datos derivados de los censos nacionales agrícolas en México.
Por ello se acabó la Reforma Agraria ya no hubo reparto. pero el ejido muto en la era de López Portillo con la ley de fomento agropecuario y el cambio de estructura del ejido.
LA PEQUEÑA PROPIEDAD AGRICOLA.
Pero no todo era ejido, existía la pequeña propiedad, con limitaciones de ley en cuanto a extensión en riesgo máximo de 100 hectáreas y 150 si se trata de algodón, y aumenta en otro tipo de cultivos frutales, hasta 500 cabezas de ganado en caso de esta actividad, que evolucionó en formapropiedades industriales, tecno-agrícolas, que se establecieron durante el desarrollo estabilizador, zonas muy modernas de producción como el Valle del Yaqui, o puntos de Sinaloa, incluso una Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad, que era ambicionada por el ejido, dado que la tenencia particular en propiedad de la tierra, mejora su plusvalía, su acceso de créditos y su facilidad de comercialización y era una vía menos oficialista para hacer carrera política y también era integrada en la representación del sector.
La Pequeña Propiedad, trabaja 79 millones de hectáreas, 39.8% de la extensión del suelo nacional, son muy productivos, quedando en propiedad de la nación los terrenos, sin interesados denominados baldios, con 5.7 millones de hectáreas.
El Ejido era un tejido muy tradicional, e impedía la representación en la Comisaría Ejidal de las mujeres y también heredar o tomar la posesión de tierras comunales. Para 1992 ya la configuración del ejido no soportaba una realidad que la rebasaba, así vino la Ley de Fomento Agropecuario de López Portillo y una reforma de fondo a la estructura del ejido, que permitía vender tierras, la propiedad femenina y otras figuras modernas de asociación.
Arturo Warman, un estudioso de la sociología del campo mexicano, el asunto planteaba la posibilidad de que la tierra en mercado libre se concentrara en pocas manos, o que el estado perdiera el control, al surgir nuevos mercados rurales,pero comenzó a disminuir el poder de las ligas estatales o regionales de la CNC, disminuyendo la importancia del comisariado ejidal que sigue existiendo, su labor es menor para el efecto económico y de menos valor representativo.
Lo increíble dice Warman, es que se preservó mucho de lo social en el ejido, sin darse una concentración privada colosal, pese a que dio el permiso para ello, aunque el paternalismo oficial cambió, siendo en la era de Carlos Salinas de Gortari, por la acción de secretarías de fomento al campo: Pronasol, abuelo de los programas asistenciales y clientelares de la 4T, Banrural, Nafinsa, aseguradoras y distribuidoras de fertilizantes, en algunos casos de modernizó el modelo administrativo del ejido a nueva organización, pero junto a la actualización se presentó desde el inicio de los ochentas el crimen organizado, que dominaba regiones, extrayendo recursos mediante extorsiones, secuestros, trata de personas, y básicamente el cultivo demariguana y de estupefacientes, pero invadió todo lo productivo como el cultivo de ahuacate hasta llegar a extremos como la guerra de Sinaloa, Tabasco, Guanajuato, Veracruz, Chiapas, etc.
El cambio perverso de uso de la juventud, se reflejó en usos de espionaje y vigilancia, de sicarios para exterminio de enemigos, incluso de familias completas en una forma de ocupación que rebasa la idea del control que creó que el ejido. La nueva juventud por la fuerza o por imitación fue llevada al lado oscuro, en tanto la estructura rural, se volvía obsoleta y cerrada. Las entidades con más ejidos fueron EdoMex, Guerrero, Veracruz, Oaxaca y Chiapas, datos muy importante para observar el fenómeno actual, en otras entidades disminuye el número, pero la relación atraso-mayor avance del crimen organizado, fue una constante.
LA TORMENTA
La injerencia militar acentuada con el presidente Felipe Calderón, fue determinante para hacer la guerra al narco, aunque antes hubo intentos de expediciones de recuperación de zonas, como la Operación Cóndor con fin de asegurar a zonas de cultivo de enervantes. La idea del mayor poder de fuego del crimen organizado, así como la debilidad y corrupción de autoridades locales, sin apoyo federal o militar presente, facilitó la aparición de grandes carteles. Los ejidos fueron desplazados o controlados.
La llamada guerra sucia, asumida por el ejército mexicano ante la guerrilla urbana o rural, le abrió la puerta del nuevo poder que hoy acaparan, primero puso en relieve al ejército, a la par los gobiernos se apoyaron en el instituto armado de manera gradual y mayor. Fueron el recurso final contra el poder del crimen organizado, hasta llegar al extremo de López Obrador, que los hizo socios de la república, aunque primero los detestaba de acuerdo a la narración de la izquierda, pero su temor a un golpe de estado, hizo que lesdiera al país.
La estrategia aplicada entonces la de atacar las cabezas de los carteles, lo que generó fragmentación de organizaciones criminales, que en menos escala se reubicaron o siguieron operando, pero esto genero espirales de violencia al disputarse el control. El ejido entonces fue rebasado por las nuevas opciones de este fenómeno, pero el fundamento del mismo encierra una solución probable. El nefasto plan del 2018 de abrazos, no balazos puso de manifiesto una preferencia por los Chapos de Sinaloa, por sus encuentros y descripciones de López Obrador.
Un ejido fuerte debe tener un comisariado que se refleje un sistema local de justicia y de policía local, respaldado por las fuerzas federales, buscando productividad, salud, educación, vías de comunicación, con presencia ministerial y de las fiscalías en apoyo de las zonas con severos problemas logrando poblaciones con una dinámica de seguridad y productividad, a la par que se combate al crimen organizado y con atención de juicios expeditos y claros sobre la materia, lo que en realidad es desbordado por el exceso en las esferas estatal y federal del Poder Judicial, pero debería haber cierta proximidad regional con estas instancias. Recuperar la seguridad y el derecho.
Junto con ellos, la fuerza del estado en el poder militar para enfrentar al crimen organizado y con una respuesta de apoyo oficial, notorio y suficiente para que las organizaciones campesinas vuelvan a reconstruirse.
El problema de este planteamiento está en que políticamente se englobó a los campesinos con los sectores de la tercera edad, para los subsidios clientelares, no así para una efectiva reorganización ejidal que vea en el gobierno de la 4T interés en la reconquista del campo, recursos para mantenerlo actualizado y competitivo, se exoneró de culpa delictiva al delito por la pobreza, pero eso no funcionó generó nuevo narco-caciquismo que capta u obliga a las comunidades a sumarse al lado oscuro.
El nuevo enfoque es más de una estructura de poder militar, de intereses económicos corporativos, pero sin la exigencia de la recuperación del estado de derecho de fondo, hasta queTrump que exigió un combate efectivo. Patrullan pero no se arraigan.
Ese olvido costo mucho, hizo que el ejidalismo se ausentará o muriera siendo permeado: Militarismo, crimen organizado, estado inviable y mutilado que lo olvida en apoyos, inversiones y grandes obras de infraestructura porque redujo todos los presupuestos a ese fin.
Lázaro Cárdenas no podría reconocer el ejido actual, como tampoco a la nueva composición política, aunque sea de un partidazo oficial, centralista y controlador, en que la afección se paga cada bimestre, es dinero por lealtad.
El ejido se suplió por el clientelismo, bajo la captación de los siervos de la nación, pero la propuesta dejó de lado una estructura funcional en cambio, que debe volver para recuperar las zonas perdidas. Debe ser algo orgánico, de aportación y de co-responsabilidad. El Ejército es el antídoto, ya que su presencia inhibe a los carteles, no pueden competir con él.
Eso debe reorientar los programas asistenciales y las acciones políticas, para tener un agrarismo positivo, del que la 4T nunca entendió nada, canceló una forma de organización del campo que daba fortaleza al estado en su relación con los poblados y comunidades.
Es un tema profundo, pero es una solución probable. El campo mexicano sigue siendo productivo, pese a todo pero su organización, su representatividad se perdió en los crecimientos urbanos, o simplemente se volvió más complejo pero sigue siendo una estructura que puede funcionar, no todo debe ser dar cosas a cambio de una afiliación, debe revalorarse la capacidad de organización social, de movilización y de productividad, y eso se logró con el ejido en consonancia con la pequeña propiedad en México y tuvo respuesta en una relación de estado-campo que ahora hace falta y los dos sistemas coexistieron sin problema.
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