Por Amaury Sánchez
Hablar de una casa es hablar de sueños. De un techo que nos resguarda, de paredes que escuchan nuestras risas y consuelan nuestras lágrimas. Una casa no es solo un conjunto de ladrillos y cemento; es el lugar donde se construye la historia de una familia, el espacio donde los trabajadores encuentran descanso después de jornadas largas y donde las niñas y los niños sueñan con su futuro.
Por eso, la reciente reforma a la Ley del Infonavit merece ser vista con esperanza. Esta reforma no es un capricho ni un proyecto improvisado. Es una oportunidad histórica para que más trabajadores tengan acceso a una vivienda digna, asequible y segura. Por primera vez, el Infonavit podrá construir directamente casas destinadas al arrendamiento social y a la venta a precios justos, priorizando el bienestar de quienes más lo necesitan.
No hay razón para temer. El dinero de los trabajadores seguirá siendo de los trabajadores. Cada decisión será supervisada con responsabilidad, y los órganos de vigilancia, reforzados y mejor estructurados, garantizarán que estos recursos se utilicen de manera transparente y eficaz. No se trata de despojar a nadie de sus ahorros, sino de multiplicar las oportunidades y asegurar que esos recursos se conviertan en casas reales, en hogares reales, y no en promesas vacías.
Durante mucho tiempo, el sueño de una casa propia ha sido inalcanzable para muchos mexicanos. Pero hoy, con esta reforma, el camino se amplía y el horizonte se ilumina. Imaginemos lo que esto significa para el trabajador que durante años ha visto su crédito insuficiente para alcanzar una vivienda; para la madre que sueña con darle a sus hijos un espacio seguro y propio; para el joven que por fin puede emanciparse y comenzar una vida independiente.
Esta reforma tiene el potencial de cambiar vidas. No es el gobierno apropiándose de algo que no le corresponde; es el gobierno asumiendo su papel como promotor del bienestar social, como un aliado de los trabajadores, como el arquitecto de un México más justo y equitativo.
Confíen. Estén atentos, sí, pero también celebren esta oportunidad. Las reformas que buscan el bien común siempre encuentran resistencia, pero la historia nos ha enseñado que cuando se trabaja con visión y compromiso, el futuro se construye mejor.
La casa de sus sueños no está tan lejos. Está más cerca de lo que imaginamos. Porque cuando se hacen las cosas bien, no hay nada que temer y mucho por construir.
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