Por Manuel Gutiérrez
Discípulo de José Vasconcelos, miembro del legendario Ateneo de la Juventud que diera tantos talentos e ideas a México, Alfonso Reyes fue auscultado en su pensamiento, en su obra general y la conclusión es: Mexicanismo, pensamiento vasconcelista, elevado a la altura del arte pero rehuso ser protagonista de la historia.
Alfonso Reyes hijo del general Bernardo Reyes, que muriera en la decena trágica del levantamiento contra Madero y su padre era el candidato natural a la sucesión de Porfirio Díaz, pero el caudillo viejo, tuvo temores fundados del alcance de Don Bernardo. Como sea una bala terminó su participación en el levantamiento y en ser sin duda, protagonista de los sucesos posteriores.
Su hijo logró obtener una excelente educación en Francia, letras y jurisprudencia, las más nobles universidades francesas lo cultivaron y decidió tal vez por lo ocurrido a su padre, ser ajeno a las causas políticas, distante a los movimientos, gozó del estatus del diplomático, espectador de primera fila, inmune a las consecuencias, y becario permanente para -simil con Octavio Paz- aprovechar la presencia en Europa y Brasil, y sumar experiencias vitales para su comprensión y obra.
Ya el Madrid, lanzó una excelente composición enmarcada en la nostalgia, la “Visión de Anahuac” que exalta el México prehispánico, pero lo confronta a la riqueza de la Colonia, ve el camino en el mestizaje, convertido en el credo de la raza cósmica de Vasconcelos.
Uno de sus ensayos se llama “Para fundar una tradición. Una propuesta de Alfonso Reyes”. Trata de elevar el pasado al presente, lo que significa un retroceso, sino un paso adelante, porque no todo lo que ha existido, funda tradición; lo que la propuesta tiene que ser dentro de la dimensión histórica y universal.
Esto lo expuso en la conferencia “Atenea Política” ante los universitarios de Río de Janeiro, en que como embajador vivió la experiencia transformadora de Getulio Vargas, en que parte que para lograr una tradición lo primero es pensar en México, en tanto vivió la experiencia de alta presión del experimento populista de Vargas, lo que en los años treinta se vivía en México también en otros intentos de experimentación entre lo modernizador y lo socialista.
En medio de todo eso, lanza su prosa poética, como una propuesta política, integradora y nacionalista, pero congruente con el pensamiento de Vasconcelos o de Antonio Caso, con una exposición de lograr metas culturales elevadas, como su Discurso por Virgilio, la tradición se construye para Reyes, como esencia abstracta de la identidad de los hombres, y sobre una representación moral del mundo.
Poeta, elaboró “Constancia Poética” que recupero lo creado entre 1914-24, es notable “IfigeniaCruel” un argumento helénico modificado y la poesía que dedico a “Oración del 9 de Febrero en 1932 : “Desde entonces mi noche tiene voces, huésped mi soledad, gusto mi llanto.
“Y si seguí viviendo desde entonces es porque en mi te llevo, en mí te salvo, y me hago adelantar como a empellones, en el afán de poseerte tanto”.
Es exposición se complementa en “Correo de Vuelta” y “Homilía por la Cultura” y “Notas sobre la inteligencia americana” todo ello converge en su Cartilla Moral, de 1954 exactamente la que distribuye la 4T por selección de AMLO, y que contiene ideas culturales, formativas y educativas que son incluso antagónicas con las posturas populistas. La Cartilla de Don Alfonso, está bien, y vale la pena aplicarla y conocerla, ya que replantea desde el cuadro de la cultura, la ideología de los pensadores enormes del nacionalismo mexicano en el tono de Vasconcelos.
La vivencia en España de Alfonso Reyes, lo hizo discípulo de Ramón Menéndez y Pidal, formando parte del Centro de Estudios Históricos, y de la Revue Hispanique, que al igual que la Revista de Occidente, le abrió sus páginas al pensador mexicano entroncando con las corrientes hispanistas vigentes en ese momento en España, fue custodio de la herencia Ibérica.
Reyes clasifica a las acciones de las razones, y las ideas de las pasiones pero señala que debe vincularse con la realidad viva -¿Ortega y Gasset otra vez? Y en Correo de Vuelta afirma: La única manera de ser provechosamente nacional, consiste en ser generosamente universal”.
Su ideología esta forjada en las creencias católicas, sobre todo influido por el jesuita barroco Baltasar Gracián, y que actualizó con Werner Jeger y Max Scheller, fluyendo al humanismo del siglo XX. La aportación literaria de Reyes es invaluable, rescata el Siglo de Oro, es experto divulgador de Luis de Góngora, así como de Francisco Quevedo, -que se odiaban y eran contrastantes, pero no para Reyes- proyecta a Juan Ruíz de Alarcón y Menéndez y Pidal le pide una versión, de las mejores, del Poema del Mio Cid. Tan sólo como literato, se baña en oro.
Reyes conoció la idea de caballería y de la Hispanidad. Ante el mundo convulso de la segunda guerra, rescató en un dialogo intelectual la obra “Constelación Americana” en que dice y suena como Vasconcelos: Hoy, ante los desastres del Antiguo Mundo, América cobra el valor de una reserva de Esperanzas” evitando los dogmatismo ideológicos.
La Ultima Thule en 1942 le llamó a América, tal vez por la búsqueda de los nazis de la Anhenerbe, que querían vestigios de la Atlantida y que en sus afanes lo pusieron de moda, en su momento previo a la guerra mundial, como la mítica Agharta, en el Tibet; pero Reyes la enfoca como hispanoamericano, como el continente de la esperanza futura, el refugio de la utopía resultado del encuentro de dos mundos, enaltece a Colón y a Castilla.
Alfonso Reyes se involucró con la acogida que se dio a los republicanos de España, y con ellos fundó la casa de España, bajo indicaciones de Lázaro Cárdenas. Fue diplomático por veinte años, que lo movilizó a destinos diversos como Argentina en que nutrió su cultura. Esta casa se convertiría en el Colegio de México. Reyes manejaba el pasado, desde la vida prehispánica, hasta la riqueza de las letras y de la herencia de España, pero su visión era el futuro.
En sus años iniciales también enfocó la labor educativa de Justo Sierra y Gabino Barreda, los positivistas, tocados por la mente del maestro de literatura de la UNAM los exalta pero hace ver que la sabia del humanismo se había secado en esa propuesta.
También observó el fracaso de la modernidad fomentada por la Reforma Juarista, ante la realidad y la cultura mexicana. Su espíritu de historiador sobre ese período lo describe así: “Sin espíritu de venganza contra el partido derrotado, sin discordia, sin un solo halago a lo bajo de la pasión humana, sin melindres con la cruel verdad, cuando es necesaria declararla, esta historia es un vasto razonamiento acompañado por su coro de hechos, en que el relato y el discurso alternan en ocasiones oportunas”.
“Investigar y pensar” todo se reduciría a enseñanza y acción, su actitud era de valentía pedagógica, por lo que excluyó la pasión por sus causas. Las enseño, las conservó de manera elegante pero no se involucró con ellas en compromiso personal. Prefirió siempre la comodidad diplomática, así se sujetó a las políticas del Cardenismo, no compartió las luchas intelectuales y sociales de Vasconcelos, que apostó todo en su cruzada cívica, propone, enseña, ejemplifica, pero no se compromete.
Su valor quedó en las letras, en la herencia cultural literaria. En el contenido de su enseñanzas, pero no fue maestro socrático capaz de apurar veneno por difundirlas. No enfrentó las incongruencias de su tiempo, la tormenta en México, no crítico la realidad sólo la elevada esfera cultural.
Por ello, es valorado al ser leído, pero su historia personal quedó a deber con un sentido de misión personal, no tuvo tinta sangre del corazón para convalidar sus elevados principios. A la distancia, es valioso el legado cultural hispanoamericano -incluye a los indígenas mexicanos- y el rescate de los autores del siglo de Oro y de las letras de España, fue un caballero limitado a la letra elegante, brillante, ideal para tiempos de paz, de elevada civilización en México.
Reyes vivió ajeno a períodos intensos de México, cuando la turbulencia rugía y arrastraba a al fuego a los intelectos más elevados de México que perdían todo, excepto el honor, en un intento real de salvar a México y siguió en su nicho de favor diplomático, en su aceptación de políticas, que eran contrarias a sus convicciones teóricas, en tanto otros intelectos perdían la simpatía del poder, la garantía de la bonanza, y la inmunidad en sus aportaciones.
Perfecto para otro tiempo, ya que Octavio Paz, un sucesor de sus ideas, si asumió posturas ante el gobierno mexicano de rechazo, por el movimiento del 68 y luego en su cruzada de civilización contra los dogmatismos políticos marxistas, cuando parecía que se ahogaría cualquier disentimiento, aguantó el repudio y la sátira, haciendo ensayos que consagraron la libertad y elevaron el debate al más alto nivel para que naciera Vuelta y Letras Libres. Reyes era un gentil hombre de elevados conceptos y exquisita cultura, sin praxis en la vida real y en la tormenta.
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